El calcio es esencial para la funcionalidad integral de los sistemas nervioso, muscular y esquelético. Juega un papel importante en la función cardiaca normal, función renal, respíración, coagulación sanguínea, y en la funcionalidad de la membrana celular y en la membrana capilar. También el calcio ayuda a regular la liberación y almacenamiento de neurotransmisores y hormonas, la captación y unión de aminoácidos, absorción de vitamina B12, y la secreción de gastrina. La mayor fracción de calcio se encuentra en la estructura primaria del esqueleto (99%) como hidroxiapatita, Ca10(PO4)6 (OH)2; se encuentran presentes pequeñas cantidades de carbonato de calcio y fosfatos de calcio amorfos. El calcio en el hueso está en constante intercambio con el calcio plasmático. Ya que las funciones metabólicas del calcio son esenciales para la vida, cuando hay un desajuste en el balance del calcio debido a deficiencias en la dieta o por otras causas, las reservas de calcio en el hueso pueden depletarse para llenar las necesidades agudas del organismo.
Por lo tanto, a largo plazo, la mineralización normal del hueso depende de las cantidades adecuadas del calcio total corporal.
La vitamina D es esencial para promover la absorción y utilización del calcio y fosfato para la calcificación normal del hueso. Junto con la hormona paratiroidea y la calcitonina, regula la concentración del calcio sérico y fosfato tanto, como sea necesario. La vitamina D estimula la absorción de calcio y fosfato en el intestino delgado y moviliza el calcio del hueso.
El colecalciferol es transferido al hígado donde se convierte a calciferol (25-hidroxicolecalciferol), que después es transferido a los riñones y convertido a calcitriol (1,25- dihidroxicolecalciferol, que se piensa es la forma más activa) y 24,25-dihidroxicolecalciferol (papel fisiológico no determinado).
El magnesio es un constituyente de los huesos y dientes; es un elemento esencial en el metabolismo celular, como un activador de enzimas relacionadas con los compuestos fosforilados y en la transferencia de alta energía de los fosfatos del ADP y ATP.
Absorción: Aproximadamente una quinta a una tercera parte del calcio administrado oralmente se absorbe en el intestino delgado, dependiendo de la presencia de los metabolitos de vitamina D, pH en el lumen y otros factores de la dieta, como unión del calcio a la fibra o fitatos.
La absorción de calcio aumenta cuando hay deficiencia de calcio o cuando el paciente está en una dieta baja en calcio, en pacientes con alclorhidria o hipoclorhidria, la absorción de calcio, especialmente con la sal de carbonato, puede estar reducida.
La vitamina D se absorbe con las grasas en el intestino delgado (en el yeyuno e íleo), con la ayuda de la bílis. La vitamina D formada en la piel por la irradiación de la pro vitamina presente, es absorbida directamente al torrente circulatorio.
Del 30 al 50% del magnesio ingerido de la ingesta diaria se absorbe en el intestino delgado. La absorción se ve interferida por una gran ingesta de calcio, fosfatos, ácido oxálico, fitatos o ácidos grasos pobremente digeridos. Su absorción se ve aumentada por las proteínas, lactosa, vitamina D, hormona de crecimiento y antibióticos.
El magnesio se reabsorbe en los riñones, minimizando por lo tanto, la pérdida de las reservas corporales.
Eliminación:
Calcio: Renal (20%). La cantidad excretada en la orina varía con el grado de absorción de calcio y sí hay una pérdida excesiva de hueso o insuficiencia renal.
Fecal (80%): Consiste principalmente en calcio no absorbido, con solamente una pequeña cantidad de calcio fecal endógeno excretado.
Vitamina D: La principal vía de excreción de la vitamina D es por la bilis en el intestino delgado, de allí en adelante por las heces. Menos de 4% de la ingesta es excretada por la orina.
La principal ruta de excreción del magnesio es la orina.