Aproximadamente 1/5 y 1/3 parte de la dosis de carbonato de calcio administrada por vía oral es absorbida en el intestino, dependiendo de la presencia de algunos factores dietéticos, pH o vitamina D.
La proporción de absorción del calcio ingerido se ve aumentada cuando existe deficiencia de calcio, o cuando la persona tiene una dieta con bajo contenido de calcio. El calcio atraviesa la barrera placentaria y también se secreta en la leche materna.
La excreción de calcio se realiza en las heces, por vía urinaria y en menor grado, por el sudor. La cantidad de la excreción por estas tres vías depende de la cantidad de calcio ingerida y de otros factores, como niveles de paratohormona y calcitonina.
El calcio (Ca2+) es el principal catión bivalente extracelular. Más de 99% se encuentra en el hueso. Hay pequeñas cantidades de Ca2+ en líquidos extracelulares y, en menor grado, dentro de las células. Aquí activa muchos procesos al interactuar con ciertas proteínas, como la calmodulina. Entre otras funciones, el calcio tiene la de ser el segundo mensajero para la acción de hormonas.
El calcio es esencial para excitación neuronal, la liberación de neurotransmisores, la contracción muscular, la coagulación de la sangre y la integridad de las membranas. En el hueso, el calcio forma parte de la hidroxiapatita, mineral que es fundamental para dar la dureza al hueso.
El contenido óseo de calcio es el resultado neto del balance de formación y resorción del hueso, y constituye la reserva de la que se vale el organismo para mantener niveles séricos constantes de calcio, aunque sólo aproximadamente 0.5% del calcio total es intercambiable en un momento dado. La resorción exagerada del calcio, como la que ocurre en la osteoporosis, aumenta la fragilidad del hueso, y por consiguiente es causa de fracturas. Esto es más frecuente en las mujeres después de la menopausia.
Una ingesta insuficiente de calcio, amén de favorecer la osteoporosis, puede ser causa de hipocalcemia. Ésta se manifiesta con fenómenos de tetania, parestesias, aumento de la excitabilidad neuromuscular, laringospasmo, calambres musculares, convulsiones tónico-clónicas y prolongación del intervalo QT.
El exceso de calcio en la sangre (hipercalcemia) generalmente es el resultado de algún padecimiento específico, como el hiperparatiroidismo primario o tumores malignos. Puede llegar a haber hipercalcemia por el exceso de vitamina D.
La hipercalcemia se manifiesta con debilidad, anorexia, náusea, vómito, polidipsia, poliuria, y en casos graves letargia, coma, acortamiento del intervalo QT y paro cardiaco. La hipercalcemia crónica puede traer como consecuencias úlcera péptica, hipercalciuria, litiasis renal, nefrocalcinosis y deterioro de la función renal.
La vitamina D2 (ergocalciferol) es un compuesto que se encuentra principalmente en las plantas. La vitamina D3 (colecalciferol) es la forma más común de vitamina D de los tejidos animales, incluyendo a los humanos, y se produce en éstos en forma endógena, después de la radiación solar. Ambos compuestos son biológicamente equivalentes en el humano.
Después de la absorción de la dieta o de la piel, la vitamina D se transporta al hígado unida a una alfa globulina, la proteína transportadora de vitamina D. En el hígado se metaboliza a 25-hidroxivitamina D y de aquí se transporta al riñón para sufrir otra hidroxilación, transformándose en el metabolito activo, la 1,25 (OH)2 vitamina D. La síntesis de 1,25 (OH)2 vitamina D aumenta con el estímulo de la hormona paratiroidea (paratohormona).
Los niveles séricos de 25 (OH) vitamina D varían de 12 a 200 nmol/l (5 a 80 ng/ml). La vitamina D, medida después de una dosis de 50,000 U.I. de vitamina D2, tiene una vida medida de 2 días. La excreción de la vitamina D se realiza a través de múltiples metabolitos. Se han identificado más de 20 metabolitos, que son productos de degradación. El más importante de los metabolitos es el que resulta de la inactivación de la 1,25 (OH)2 vitamina D, el ácido 1a-hidroxivitamina D-23-carboxílico (ácido calcitroico). La vía de excreción primaria de la vitamina D es la bilis; únicamente un porcentaje pequeño de una dosis administrada se excreta por la orina. La vitamina D y sus metabolitos sufren recirculación enterohepática extensa.
La vitamina D en su forma activa (1,25 (OH)2 vitamina D) estimula el transporte de calcio del intestino a la sangre. La deficiencia de vitamina D conduce a una absorción insuficiente de calcio y, en estadios tardíos a hipocalcemia. Para evitar la hipocalcemia aumenta el nivel de paratohormona, que a su vez favorece la salida del calcio de los huesos hacia la sangre. Esta alta concentración de paratohormona también es responsable de pérdida de fosfato a través de la orina, por disminución de su reabsorción tubular. Por éste y otros mecanismos, la deficiencia de vitamina D también es causa de hipofosfatemia.
La vitamina D también actúa favoreciendo la mineralización del osteoide del hueso. Su deficiencia es responsable del raquitismo en los niños y la osteomalacia en los adultos.
El exceso de vitamina D puede traer hipercalcemia, hipercalciuria, calcificación de tejidos blandos, nefrocalcinosis, debilidad muscular, náusea, vómito, dolor óseo, proteinuria, arritmias cardiacas e hipertensión.
Estas manifestaciones de toxicidad ocurren más frecuentemente con la ingesta exagerada de calcitriol, y es muy raro que se presenten con el exceso de ingesta de colecalciferol.
Las necesidades de calcio varían de acuerdo con la edad, y están establecidas de manera diferente a nivel mundial. La ingesta diaria total (alimentos o alimentos más complementos dietéticos) recomendada para la mayoría de los mexicanos sanos en condiciones de una vida normal, de acuerdo a los datos emitidos por la Asociación Mexicana de Metabolismo Óseo y Mineral (AMOMM), en su consenso Mexicano de Osteoporosis 2000 (en prensa) son:
Recomendaciones
Grupo de ingestión
de edad de calcio (mg/día)
Lactantes 450-600
Niños 1-10 años 800-1,200
Adolescentes y adultos
(11-24 años) 1,200
Adultos de 25 años o mayores 1,000
Mujeres embarazadas 1,200
Mujeres lactando 1,200
Mujeres posmenopáusicas 1,500
Hombres mayores de 65 años 1,500
La cantidad de ingestión de vitamina D recomendada es de 200 U.I. al día, de la niñez a los 50 años. De los 51 a los 70 años es de 400 U.I. al día, y en mayores de 70 años hasta 800 U.I. al día (Consenso AMMOM 2000). Los suplementos de vitamina D son especialmente importantes en personas con baja exposición al sol.